En una evolución audiovisual de aquel famoso web HotorNot que hace una década causó sensación, ahora numerosas adolescentes publican vídeos en Youtube mostrándose y pidiendo opiniones a internautas desconocidos: «¿Soy guapa o fea?» Con ello personas de todas las edades influyen en la autoestima de chicas aparentemente inseguras y puede provocar casos de ciberacoso.
Según Parry Aftab, la conocida experta en seguridad online para los menores, esto no es una práctica segura ni mucho menos: «Existe un peligro real en esto. Lo que estamos presenciando es el mundo del reality show en el que vivimos: los adolescentes viven en busca de sus 15 megabytes de fama», afirmó.
Para Aftab los viejos días en los que buscabamos comentarios positivos en personas cercanas a nosotros han pasado y ahora Internet ha cambiado las relaciones y los conceptos que poseemos de nosotros mismos.
«Las chicas y chicos siempre han buscado maneras de hacerse notar. Ahora somos capaces de cuantificar eso. Sinceramente, ellos no tienen otra manera de medir lo bellos que son a menos que sea evaluado».
«Los adolescentes se basan en medidas numéricas para evaluar su popularidad —en el número de personas que vieron sus páginas, cuántos amigos tienen, a cuántas personas les gusta sus páginas— todo se puede cuantificar ahora», añade Aftab.
Aftab también señala que los vídeos nos exponen al acoso cibernético. Erin Harper, psicóloga escolar de Atlanta, coincide en detectar ese riegos: «Al examinar un caso similar con el web Formspring, que permite dejar comentarios de manera anónima, hablé con probablemente unos 4.000 chicos sobre este asunto. Los usuarios dejan comentarios horribles».
Un caso similar a otros que se han venido conociendo en los últimos años la Guardia Civil ha detenido en Hospitalet de Llobregat (Barcelona) a una persona que se hacía pasar por dueño de dos agencias de modelos para conseguir fotografías de mujeres desnudas a través de Internet.
Al parecer habría engañado a más de 400 mujeres, muchas de ellas menores de edad. La investigación comenzó a partir de la denuncia de una de las víctimas, menor de edad, por medio del web de la Guardia Civil.
El detenido había creado perfiles falsos en la red social Facebook para dar credibilidad a las supuestas empresas y desde ahí ofrecer a las jóvenes participar en un cásting online para incluirlas posteriormente en el book de la agencia. En dicho casting, realizado por medio de la webcam, el individuo les pedía que posasen cada vez con menos ropa con la excusa de comprobar si sus cuerpos se ajustaban a lo que buscaba la agencia, hasta que acababan desnudándose.
Cuando el depredador había conseguido las imágenes de las víctimas sin ropa, daba un paso más y las obligaba a realizar actos obscenos ante la cámara bajo la amenaza de difundir las imágenes ya obtenidas entre los contactos de su entorno familiar y social, proceso conocido como sextorsión.
Se sospecha que además de fingir esta identidad online con varios perfiles y cuentas de correo falsos, podría haber utilizado también como cebo anuncios en distintos soportes solicitando mujeres jóvenes como chicas de acompañamiento.
El Centro de Investigación Innocenti (IRC) de la UNICEF en Florencia (Italia) acaba de publicar su informe Child Safety Online: Global challenges and strategies en el que presentan las amenazas para la seguridad y los derechos de los niños con respecto a Internet y otras TIC. Este entorno digital, según se admite en la presentación del informe, carece de diferenciación con respecto al mundo offline para los menores, que pasan de uno a otro de manera natural.
Según el director del IRC, Gordon Alexander, «cada vez más niños no pueden apenas imaginar la vida sin su perfil de las redes sociales». Advierte Alexander de que la brecha digital entre menores y sus padres es mayor en los países menos desarrollados, mientras se reduce en los industrializados, al tiempo que recalca la oportunidad que suponen que los chicos más expertos y conscientes de los riesgos de la Red ayuden a los más pequeños a conocerlos y evitarlos: de hecho, varios estudios muestran que los chicos se ven como protectores online de otros chicos. Aunque los menores deben ser escuchados sobre estas cuestiones —indica Alexander— no se debe sobrevalorar su capacidad de autoprotección. Es responsabilidad de los adultos (progenitores, docentes, instituciones, empresas…) proporcionarles un entorno online seguro donde también hacer efectivos los derechos fundamentales que les reconoce la Convención de Derechos de la Infancia al conocimiento, la participación, el ocio y el juego.
Con respecto a la evolución prevista en los países menos desarrollados, el informe insiste en lanzar la advertencia de que a medida de que se vaya disponiendo más ampliamente de tecnologías como la banda ancha y la telefonía móvil de última generación, los patrones de riesgo detectados en los países más industrializados, se repetirán también en los países en desarrollo, a menos que se pongan en marcha medidas para la prevención.
El informe reconoce que pese a que las TIC no han creado los delitos de abuso y explotación sexual de menores, sí que los han llevado a una escala y potencial mucho mayores. Al tiempo reclama que los poderes públicos faciliten un acceso sin discriminación ni exclusión a todos los niños del mundo, promoviendo la ciudadanía digital responsable, como objetivos críticos de sus políticas respecto a Internet. Advierten los autores que la ansiedad social es una respuesta que se está dando por la combinación de una tecnología en acelerado cambio y unos espacios de socialización nuevos para los menores que sus padres no vivieron, aunque también surgen el sensacionalismo, la creación de mitos y la aplicación de respuestas públicas equivocadas. Uno de esos mitos es el temor popular que identifica Internet con peligro para los niños, denuncian.
El documento presentado aborda principalmente la cuestión de las imágenes de abuso sexual infantil y del grooming de menores, como unos de los principales riesgos que amenazan a los más pequeños en la Red junto con el ciberbullying/ciberacoso. Según los autores aún es insuficiente el grado de integración que existe sobre estos problemas online en los programas públicos de protección de la infancia. También critican que desde el sector privado no se pongan en marcha todas las medidas necesarias para proteger los derechos de los menores, por temor a una supuesta pérdida de competitividad o de libertad de empresa.
No obstante lanzan otra advertencia: intentar eliminar de la Red todos los peligros que amenazan a niños y adolescentes, más allá de cierto punto, amenaza la esencia misma de Internet y sus múltiples beneficios.
El informe defiende una estrategia que busque cuatro objetivos principales al respecto:
empoderar a los niños y promover su resiliencia
acabar con la impunidad de los abusadores
reducir la disponibilidad del material nocivo de Internet
promover la recuperación de los niños víctimas de abusos y otros daños
Los datos del informe
El informe menciona algunos datos al respecto de estos problemas:
La cifra de imágenes de abuso a menores en Internet es de varios millones.
Los niños que aparecen en ellas es probablemente de decenas de miles.
La mayoría de las imágenes representan a niñas preadolescentes (desde menos de 1 año a 10), de raza caucasiana.
Se observa una tendencia a la baja en la edad de los/as niños/as que aparecen en las imágenes, y a una mayor violencia y explicitud gráfica.
Las imágenes cada vez se concentran menos en determinados webs y están más repartidas en su almacenamiento. En esta línea, cada vez se usa más la compartición P2P.
Hay muy pocos datos sobre las consecuencias de la exposición de los menores a formas extremas de pornografía fácilmente disponibles online.
Está aumentando la preocupación ante casos de adicción a la pornografía entre menores, así como la reproducción entre chicas menores de los estereotipos femeninos de la pornografía, tanto en lo que respecta a la apariencia como a los comportamientos sexuales.
Los jóvenes se sienten a menudo más cómodos compartiendo informaciones íntimas o comportándose de una manera sexualizada online que fuera de la Red.
Los chicos dicen conocer en general los peligros de la Red, pero creen que son otros los que corren esos riesgos, más que ellos mismos.
Con frecuencia no acuden a sus padres cuando tienen problemas, por lo general porque creen que no entienden ese mundo, porque temen que les quiten su teléfono o el acceso a Internet, por amenazas de algún abusador o por simple vergüenza. En el caso de los adolescentes, habitualmente consideran la intervención paterna o materna una interferencia que choca con la tendencia natural de esa edad a comenzar a separarse de los padres en muchos ámbitos de su vida. Sin embargo, hay numerosas pruebas de que la activa implicación y diálogo de los padres es el factor de protección más fuerte que existe en este terreno.
El hecho de que los padres pierdan capacidad de vigilar el uso que sus hijos hacen de la Red por el incremento en la conexión móvil (60% de los menores en Japón, p.ej.) supone un reto que requiere modificar las políticas de prevención.
A quien acuden en primer lugar los niños con problemas en la Red es a otros niños. Por tanto el informe sugiere apoyar a los niños en esta misión.
El «grooming»
El estudio realiza una definición de online grooming que excluye la necesidad de engaño, y lo amplía a cualquier persona que intente contactar con un(a) menor con intenciones sexuales, aunque lo haga abiertamente. Estas intenciones según el estudio se centran en un contacto sexual online, generalmente vía webcam, y que genera material que más tarde es compartido con otros, y que sólo en algunas ocasiones lleva o pretende llevar a un encuentro sexual físico.
Los lugares de la Red donde se realiza habitualmente el grooming son, según el estudio:
salas de chat
redes sociales online
servicios de mensajería instantánea
Según una investigación, un groomer medio puede tener hasta 200 menores en sus listas de amigos, en diferentes fases del proceso de grooming cada una, el cual puede durar desde unos minutos a unos meses. Los datos indican que las víctimas más frecuentes del grooming son las chicas adolescentes.
La falta de estadísticas acerca del número de groomers es debida, según explica el informe, a que en muchos países aún no es un delito esta práctica. Incluso en los que ya está castigado por la ley, aún no hay un registro coordinado, lo cual redunda en una peor protección de los menores.
Por otro lado los investigadores del IRC indican que existen diversos mitos sobre el abuso online de niños:
Los generadores y difusores iniciales de las imágenes no suelen ser extraños, sino cuidadores.
Los groomers no suelen ser hombres mayores que fingen una edad menor para engañar a los chicos con mentiras e identidades falsas obligándolos a entregar sus imágenes sexuales. Más bien es un proceso de seducción en el cual el/la menor acaba accediendo a las pretensiones sexuales como un favor voluntario hacia un amigo virtual. Es decir, aunque en ocasiones los groomers mienten sobre su edad o sexo, suelen encajar por lo general en un caso de relación con consentimiento.
Sexting: otra tendencia en alza
El estudio señala al sexting como otra tendencia en auge entre los menores, que pese a realizarse habitualmente con la pareja actual o pretendida, acaba en ocasiones a manos de un público amplio.
Privacidad
Un impedimento señalado por el informe para que los menores sean comedidos con la publicación de datos personales en las redes sociales, es el hecho de que si no lo hacen por lo general sus pares en estas redes considerarán que su perfil (muro, tablón…) es poco interesante y no lo visitará o comentarán. Por tanto, publicar información personal se convierte en la norma.
Algunos estudios descartan el mero hecho de publicar datos personales como fuente de victimización, al menos en lo referido al grooming y el abuso sexual, y señalan en cambio a los comportamientos arriesgados como fuente de esos problemas.
Ciberbullying
El estudio también recoge algunos datos sobre el ciberbullying, que no lo limita al ciberacoso entre menores, aunque sí a que haya un menor como víctima:
Las chicas suelen comentar más bullying online que los chicos, según algunos informes. Aunque otros indican justo lo contrario.
El/la diferente es el más proclive a sufrirlo: minorías étnicas, LGTB, obesos, discapacitados…
En los EE. UU. suelen abundar los casos de abusones offline que sufren ciberbullying.
Continuando con nuestra reseña del estudio publicado en la revista Pediatrics de la Academia Estadounidense de Pediatría, se puede observar que pese a que las cifras totales del estudio muestran una extensión del sexting muy modesta entre los 10 y los 17 años, en la franja de los 15 a los 17 años la cifra es mucho mayor, pues es donde se concentran los casos y se acerca más a las de otros estudios.
Así, se observa que es a partir de los 13 años cuando se comienza a practicar o recibir este tipo de imágenes (de desnudos o casi desnudos) y de todos los casos detectados por el estudio tenían 15 el 17% del total de casos, aumentando hasta el 28% a los 16 y el 31% a los 17 años.
Los casos de sexting activo (generación y envío de su propia imagen o de otra/o menor) tuvieron de protagonistas a:
Un 13% que tenían 15 años.
31% tenían 16.
41% tenían 17.
Y el sexting pasivo (recepción de este tipo de fotos o vídeos) fue recibido por:
19% que tenían 15 años.
27% que tenían 16.
28% que tenían 17.
Las chicas practican el sexting activo casi el doble que los chicos (61% frente a 39%) y también los superan en el pasivo (56% frente a 44%).
En cuanto a la vía de creación/envío/recepción destaca lógicamente el teléfono móvil (65% del sexting activo y 82% del pasivo), pero es destacable que se usan otros medios como las redes sociales (5% activo y 8% pasivo) y la mensajería instantánea (10% activo y 6% pasivo). Existe también un notable 21% que usan cámaras digitales para la producción de sus imágenes de sexting.
Resulta preocupante que el 3% de las imágenes o vídeos de sexting generados lo fueran por personas que el o la menor conoció en Internet, presumiblemente grabándole/la a través de una webcam. El estudio también muestra que el 10% de las imágenes de sexting en las que aparecen los menores lo hacen masturbándose (13% en el caso del sexting pasivo o recibido).
También es alarmante que en el 31% de los casos en que los menores encuestados afirmaron aparecer en imágenes de sexting o haberlas grabado (sexting activo) concurrieran factores agravantes como el consumo de alcohol o drogas, la violencia, el engaño o la realización contra la voluntad, o sin el conocimiento de la persona retratada, el pago a cambio de la imagen.
Fuente: Pediatrics. The American Academy of Pediatrics.
Cada vez es más sencillo y común subir imágenes a Internet. En el contexto de las redes sociales existe además la posibilidad de poner etiquetas, esto es, relacionar a personas son esas fotografías. ¿Nos hemos parado a pensar qué implicaciones puede tener esta función?
Fotografías, etiquetas y privacidad
Publicar una imagen en una red social es una acción casi cotidiana para los y las adolescentes y, en muchas ocasiones, esas fotografías se completan con etiquetas. Si subir una foto a Internet puede ser en ciertas ocasiones un atentado contra la privacidad de personas implicadas en esa instantánea ¿qué efectos puede causar el empleo de etiquetas? Veámoslo, salvando las diferencias de funcionamiento entre las distintas redes sociales, los condicionantes de configuración de privacidad de las mismas y sin pecar de exceso de detalle.
De manera sencilla, podemos decir que una etiqueta en una fotografía es una marca que relaciona esa imagen, y en particular un área rectangular de la misma, con una determinada persona. La marca se asocia, por lo general, a la zona de la fotografía donde aparece esa persona.
¿Qué ocurre cuando te etiquetan? Son dos los efectos:
Efecto de asociación: Si te etiquetan, te están relacionando con esa fotografía y, en particular, con un área de esa fotografía que por lo general es la zona en la que apareces. No obstante, no hay manera de asegurar esta correspondencia ya que la red social permite marcar una zona gráfica, un conjunto de pixels, que no es capaz de interpretar.
Efecto de difusión: Si te etiquetan, los “amigos” de tu Red Social serán avisados de que has sido etiquetado en una nueva fotografía y que para verla les basta un simple click. Tan fuerte es el efecto llamada y difusor de esta funcionalidad ligada a las imágenes que ofrecen las redes sociales que incluso los usuarios la usan para otros fines, a modo de aviso, sin atender a su original misión que es identificar a una personas en una imagen.
En definitiva, ello supone que otras personas van a tener un aviso de que tú estás relacionado con una imagen y podrían verla incluso antes de que tú supieras que esa imagen está publicada. Si tienes suerte, sabes que esa foto existe y estás implicado en la misma e incluso puedes presuponer que alguien la puede haber subido online, sea esto o no de tu agrado. Sin embargo, la etiqueta es una llamada de atención, un altavoz para la labor de pregonero de tu vida que realizan los demás y las redes sociales. De pronto, muchos “amigos” tuyos saben que pueden ver un fotograma de tu película vital.
Protección de datos personales e imágenes online.
Tu imagen es un dato personal tuyo y, como tal, la legislación sobre protección de datos personales te otorga (excepción para menores de 14 años e incapaces) la potestad de decidir sobre el uso que se hace del mismo. Además, cabe mencionar que existen datos dotados de especial protección que, por ejemplo, están relacionados con la religión, la salud o la orientación sexual.
¿Hasta qué punto es legal que una persona suba una imagen a Internet en la que puedes ser reconocido sin tu permiso? En principio, es tu dato personal, si bien existen muchas matizaciones respecto al tipo de imagen, el contexto… que no abordaremos ahora. Si tuvieras menos de 14 años o fueras incapaz, el asunto sería aún más delicado. De todo esto, podemos concluir que las imágenes online representan un reto legal.
Las etiquetas: de una imagen desapercibida a un dato personal.
No obstante, al margen de lo anterior, hay que analizar la afección de la privacidad y, en este caso, la sobreabundancia de imágenes online actúa como factor de protección: una aguja en un pajar, podría decirse. Aquí es donde las etiquetas cumplen su función y donde de forma efectiva, por tanto, destacan la presencia de esa imagen que podía haber pasado desapercibida, precisamente entre aquellas personas relacionadas contigo en la Red Social. Es ahí, en el plano cercano de tus relaciones online, cuando el dato personal se puede volver incluso más sensible y adquiere mayor alcance por el poder multiplicador del contexto de las redes. Etiquetar una fotografía supone agregar un mayor carácter de dato personal y mayor visibilidad.
Los problemas de las etiquetas
En el plano práctico, al margen de lo relacionado con la legislación de datos personales, podemos identificar escenarios concretos donde las etiquetas causan problemas de privacidad que, en muchas ocasiones, son origen y/o consecuencia de una mala convivencia digital. De igual manera, cabe señalar que estos problemas pueden ser causados de manera accidental o bien de forma intencionada.
Problemas que pueden darse tanto sin mala intención como intencionadamente:
Etiquetado en un contexto inoportuno por la actitud, el lugar, el momento, la compañía…
Etiquetado revelando el aspecto físico de alguien representado en la red social sin imagen o mediante un avatar.
Problemas que pueden generarse con mala intención:
Insultos, ofensas públicas y amenazas, por ejemplo, relacionando a la persona etiquetada con una foto lesiva de su imagen o amenazante.
Engaño para que la imagen implicada, que puede ser hiriente o desagradable, sea vista por la persona etiquetada, atendiendo a la notificación de que una etiqueta le afecta.
Algunos recursos para la prevención
La privacidad en las redes sociales y el etiquetado inadecuado en particular son retos que preocupan desde hace tiempo a PantallasAmigas ya que constituyen además un factor de riesgo para otros problemas como el grooming o el ciberbullying. Es por ello que hemos promovido muy diversos recursos educativos relacionados con en esta temática.
En el caso de http://www.redayneto.com (febrero 2010) buscamos con la Agencia Vasca de Protección de Datos la promoción de la cultura de la privacidad y la protección de datos personales desde edades tempranas, desde los 7 años.
La Audiencia Provincial de Cantabria impondrá una pena de cuatro años de prisión y más de 7.000 euros en multas e indemnizaciones, a un hombre que se hizo pasar por una chica de 14 años en la red social online Tuenti y convenció al menos a dos niñas, de 12 y 11 años (quienes por dicha edad no podrían ser usuarias en Tuenti), para que la enviasen fotografías en las que aparecían desnudas.
Al parecer estuvo utilizando una cuenta de Messenger y dos en Tuenti entre septiembre de 2008 y enero de 2009 para contactar con diversas niñas fingiendo ser una chica de 14 llamada Isabel.
El hombre pedía a las niñas que le enviasen fotografías en las que estuviesen desnudas o que conectasen su webcam con la excusa de que así sabría su talla y podía ayudarlas a «entrar en el mundo de la moda».
También se hacía pasar por el supuesto novio de la tal Isabel y las amenazaba si no le entregaban dichas imágenes.
Así logró que dos niñas de 12 y 11 años le remitiesen varias fotografías en las que aparecían desnudas y en el caso de la más joven, en posturas y actitudes de tipo sexual.
El acusado usó además las fotos de las menores para enviarlas a otras chicas y que les sirvieran de cebo pues mostrarían que no había nada malo si ya lo habían hecho otras niñas.
En PantallasAmigas pudimos recientemente analizar brevemente los perfiles de la nueva red social anunciada por Google (Google Plus o Google+). Para nuestra sorpresa, bajo la sección Photos se anima a los usuarios, incluso a visitantes no inscritos en la red y sin relación aparente con el usuario cuyo perfil se está visualizando, a publicar fotos —vía su servicio de fotos online Picasa— asociándolas con dicha persona. Esto a priori parece un grave riesgo para la privacidad, pues Google anima a terceros no sólo a publicar fotos en las que aparezcamos sino a vincularlas con nuestro perfil en dicha red. ¿Ofrecerá algún tipo de control para aprobar dicha asociación antes de publicar la foto o la etiqueta que nos asocie con dicha imagen o lo hará sin más, para —quizás— avisarnos después? De nuevo las redes sociales y su tratamiento de la privacidad despiertan recelos.
Seguiremos atentos el desarrollo de esta nueva red social online para prevenir sobre sus potenciales riesgos, con especial atención a los que afecten a los menores de edad.
Las Redes Sociales se han instalado en nuestras vidas con determinación y celeridad. Aportan relaciones sociales que ayudan incluso a cubrir necesidades básicas del ser humano. Sin embargo, la dinámica con la que actúan y las formas de uso de quienes participamos de ellas generan efectos no deseables relacionados con la privacidad.
Principales retos de las redes sociales: privacidad y convivencia.
Las redes sociales no han incorporado nuevos riesgos a quienes usamos Internet puesto que ésta ya era una Red Social. Sin embargo, sí se pueden destacar dos aportaciones de relevancia por parte de estos contextos online que pueden comprometer nuestro bienestar.
Pérdida de privacidad.
Es un hecho constatado que las redes sociales, en cuanto que giran en torno a personas identificadas e identificables, han puesto en compromiso la privacidad de quienes las usamos. La merma de privacidad es un daño en sí mismo, efectivamente, una pérdida. Supone además un factor de riesgo o catalizador en otras circunstancias desagradables puesto que cuanto más se sepa de una persona, sin duda, más vulnerable es: pensemos en el acoso de un pederasta, en un caso de ciberbullying o en un traumático fin de una relación personal.
Por otro lado, un efecto derivado y poco deseable relacionado con la pérdida de privacidad es una conformación de la identidad digital más compleja, compuesta de más informaciones, y más diferida, en tanto que depende en mayor medida de lo que las demás personas refieran respecto de uno.
Mayor exigencia para la ciberconvivencia.
Las redes sociales, suelo decir, son las “verbenas de Internet”. Disfrutamos pero todos estamos más juntos, rozamos más, incluso nos damos codazos o empujones sin pretenderlo, tropezando unos con otros. Esto genera, como en las verbenas, más amoríos y más peleas. El nivel de exigencia para la convivencia es elevado en las redes sociales porque, efectivamente, nos “socializan”, en muchas ocasiones de forma abusiva y sin que lo percibamos.
¿Cómo proteger la privacidad en las redes sociales? Seis claves para ayudar a los adolescentes.
La protección de la privacidad en general y en las redes sociales en particular debe ser un tema relevante en la formación de los menores que, según los estudios, desde los once años comienzan a coquetear con estos entornos. Para ello, se detallan seis acciones son las líneas a incentivar, las competencias y actitudes que en ellos debemos ser capaces de estimular:
Conocer y configurar de manera detallada las opciones de privacidad. Se trata de un consejo clave pero, en general, mal asumido. Enseñar a configurar las opciones de privacidad es importante pero considero que lo fundamental es ayudar a conocer cómo funcionan y los efectos posibles de una mala configuración así como las limitaciones de estas opciones. Veáse este vídeo de ejemplo.
Identificar las funciones y los efectos de cada acción. Es demasiado frecuente equivocarse y ubicar en lugar erróneo alguna información. Ya hace tiempo Facebook realizó cambios en este sentido avisando de forma gráfica sobre en qué lugares, de qué forma, se propagaría un determinado comentario. Además, aunque la acción ocasione el efecto buscado, con frecuencia se desconoce qué otras implicaciones o consecuencias tiene. Se trata de un terreno donde la iniciativa corre por cuenta de la red social. Lo mismo sucede en el proceso de alta, donde conviene señalar que las condiciones planteadas son de especial importancia y afectan a cómo y dónde pueden usarse nuestros datos, por lo que es preciso una detallada lectura.
Proteger los datos personales. Se trata de datos esenciales y su especial relevancia debe ser puesta de manifiesto para dotarles de una especial protección. En esta labor nos amparan las leyes aunque, a pesar del gran camino andado, no siempre son eficientes o aplicables.
Proteger personalmente los datos. Este es un aspecto clave. Los datos (imágenes, informaciones…) aunque en muy diferentes formas, suelen tener origen en uno mismo. Ése es el primer filtro. Parece evidente pero decimos demasiadas cosas de nosotros mismos sin reflexionar sobre su oportunidad en diferentes momentos o contextos.
Mantener una actitud proactiva en la defensa de los datos propios. En las redes sociales son demasiado abundantes los datos que unas personas aportan sobre las demás y es, por desgracia y en especial en la adolescencia, muy común que lo hagan de manera inconsciente, negligente, compulsiva o incluso temeraria. Frente a esto se ha de mantener una actitud proactiva en defensa de la privacidad y ello supone tres acciones:
informar a los demás sobre nuestro criterio al respecto.
supervisar lo que se publica de nosotros.
ejercer, si es preciso, nuestro derecho a eliminarlos.
El etiquetado en las fotografías es un ejemplo muy ilustrativo.
Evaluar las actitudes y condiciones de privacidad de los contactos. Los contactos, a quienes las redes sociales llaman “amigos”, son un factor clave en relación a la propia privacidad. Sin embargo, es sabido que los adolescentes pueden sumar con facilidad varios cientos de amigos que tendrán criterios al respecto desconocidos y dispares. Al margen de su actitud, más o menos considerada, es importante conocer las condiciones en las que usan las redes sociales. Estas condiciones hacen referencia a sus conocimientos y competencias y, en relación con éstas, a sus configuraciones de privacidad. Así, un contacto que pudiera ser considerado y respetuoso puede afectar de manera involuntaria nuestra privacidad con una configuración y/o acción inadecuada.
En la base de todo esto está la cultura de la privacidad : valorarla y aprender a cuidarla. En este sentido están haciendo una destacable labor las Agencias de Protección de Datos que, más allá de la protección de datos personales realizan campañas de concienciación al respecto. Un recurso online para la sensibilización temprana son “Las aventuras de Reda y Neto” Preservar la privacidad merece realmente la pena porque Internet es un difusor de información muy potente y con mucha, pero que mucha memoria.
Miembros de la policía han afirmado estar preocupados porque los jóvenes no están captando el mensaje que se les trata de enviar sobre los riesgos del sexting.
Al parecer las imágenes que han provocado esta investigación son de una de las niñas, de 13 años, y serían de naturaleza sexualmente explícita. La persona que las puso en circulación entre los alumnos del colegio fue el novio de la chica después de que la relación entre ambos terminara. Esto derivó en un proceso de ciberbullying generalizado en el cual la chica recibió insultos dentro y fuera del centro. Después de 3 semanas, las imágenes fueron descubiertas por algunos profesores del centro, quienes contactaron con la policía. Según han advertido desde los cuerpos policiales australianos, de no haber intervenido los profesores y la policía, era muy probable que las imágenes hubieran terminado en Internet con la consecuente angustia para la chica por su exposición mundial.
Sextorsión vía Facebook
Por otro lado, un chico de 16 años ha sido acusado de haber creado una cuenta de Facebook fingiendo ser otro estudiante.
El vídeo así obtenido fue publicado en Facebook a la vista de otros, y los amigos de la chica, notificados, según afirmó la policía australiana.
El chico ha sido acusado de varios delitos de distribución de pornografía infantil y de animar a una menor de entre 13 y 16 a realizar actos indecentes.
Porno autoproducido en teléfonos móviles
En un tercer caso que se ha dado a conocer, un chico de 14 años fue investigado tras descubrirse pornografía infantil en su teléfono celular. La policía sospecha que había estado enviando fotografías y vídeos de sí mismo por Internet y presionando a varias chicas con pretensión sexual. El sargento detective Lindsay Garratt ha comparado los riesgos de la combinación pubertad-hormonas-tecnologías digitales con la de jóvenes-alcohol-coches, y ha advertido de las consecuencias en el inmediato entorno escolar (ostracismo y/o ciberbullying) y posteriormente en sus relaciones sociales y laborales.
El miembro del grupo contra la explotación infantil online de la policía australiana ha advertido también a los jóvenes de que deben ser conscientes de que están suministrando con sus fotos de sexting «un mercado entre los abusadores sexuales, que buscan en la Red imágenes sexuales de menores».
Grooming
En este sentido, se han producido también en Australia, dos nuevos incidentes. Un hombre de 66 años ha sido acusado de poseer pornografía infantil y otro de 55 ha sido acusado de haber usado comunicaciones electrónicas para realizar grooming sobre un chico de 16 años.
Para Garratt, los padres deben tomar un papel activo en la protección de sus hijos adolescentes dedicando el tiempo necesario a explicarles cómo pueden ser explotados por otros en Internet y mediante sus teléfonos móviles: una vez que salen de sus manos ciertas imágenes, con la tecnología digital pierden completamente el control sobre ellas y pueden estar disponibles en todo el mundo en cuestión de segundos.
Uno de cada diez adolescentes es víctima de ciberbullying, según un estudio realizado en institutos de Castilla-La Mancha por el Departamento de Psicología de las Facultades de Ciencias de la Educación y Trabajo Social de la UCLM en Cuenca bajo la dirección de Santiago Yubero y Elisa Larrañaga y con la colaboración del profesor de la Universidad de Londres Peter Smith.
El estudio refleja que en esta región un 10% de los adolescentes sufre alguna situación de acoso a través del móvil o internet. Los datos de la investigación confirman que “los datos están un poco por debajo de la media nacional” y que el ciberacoso quintuplica la incidencia (2%) del acoso escolar tradicional (“agresión reiterada entre compañeros en la escuela, en la que suele darse una situación de poder asimétrico en la que la víctima no posee una red de apoyo para poder escapar de su sufrimiento”).
Influencia de la tecnología
Para Peter Smith, el cambio en los comportamientos de acoso y su viraje hacia las redes sociales, los móviles e internet, comenzó hace alrededor de una década. Smith puntualiza que “hace cinco años los estudios analizaban el ciberbullying a través de los SMS y de los e-mails, que eran las principales vías. Pero ahora se hace más a través de las salas de chat, Microsoft Messenger o redes sociales. Y además, ahora hay móviles con acceso a Internet, de modo que es más complicado separar y hacer mediciones”.
Perfil de acosador y de víctima
En cuanto a los perfiles, los casos de acoso tradicional comienzan alrededor de los siete años y se dan más hacia chicos, mientras que el ciberacoso se inicia entre los 11 y los 15 años —cuenta Smith— y afecta más a las chicas.
La percepción que las víctimas tienen hacia ambos es también diferente según el sexo. Y es que, mientras que para ellos es más humillante y peor recibir violencia física, para ellas es mucho peor ser acosadas a través de la Red. En lo que sí se ponen de acuerdo, según Smith, es en considerar la difusión de imágenes vergonzosas de la víctima como el peor tipo de ciberacoso.
PantallasAmigas ofrece en su web Cuida tu imagen online información y actividades para la prevención de situaciones de ciberbullying y otros problemas derivados de un uso poco cuidadoso de las fotografías de los adolescentes online.